Donald A. Norman nació en 1935 en Estados Unidos, es profesor de ciencia cognitiva en la Universidad de California, San Diego, profesor de Ciencias de la Computación en la Northwestern University y también enseña en la Universidad de Stanford. Actualmente su campo de trabajo es la ingeniería de la usabilidad.
La mitad de su tiempo escribe y la otra mitad la emplea en aconsejar a empresas y organizaciones como el Instituto de Diseño de Chicago. Ha sido miembro de muchas asociaciones, organizaciones y grupos de influencia, entre los que destaca el haber sido Vicepresidente de Tecnología Avanzada de Apple.
Durante los últimos años Donald Norman ha estudiado y escrito sobre el uso que le damos a los objetos o productos, la relación que existe entre emociones y diseño y sobre cómo nos relacionamos con nuestras pertenencias. Ha sido uno de los pioneros en el habla del concepto Diseño Emocional, al cual dedica un libro entero. Según Norman, este nuevo concepto tiene como objetivo pasar de diseñar cosas prácticas, que funcionen y se entiendan bien, a productos y servicios que el usuario disfrute hasta incluso divertirse.
En este libro, bastante anterior a Diseño Emocional, Norman nos habla de la psicología de los objetos cotidianos, como bien indica el título. Durante casi 300 páginas nos explica por qué algunas cosas están mal diseñadas y por qué normalmente el usuario se atribuye el error a sí mismo en lugar de al producto.
Desde un punto de vista psicológico trata la manera en la que pensamos los usuarios y en qué factores debe tener un buen diseño para que se pueda utilizar sin cometer errores. Entre ellos podemos encontrar la visibilidad, la topografía, las limitaciones, normalizar etc. temas que explica a fondo durante el libro.
Podríamos decir que, el libro tiene como eje común el uso de ejemplos bien desglosados para representar cada tema que trata. Nos explica los malos diseños desde los interruptores, fogones de cocina, teléfonos pasando por los ordenadores hasta los accidentes nucleares o aéreos y como todos ellos, se podrían solucionar con un buen diseño.
El autor pretendía hacernos reflexionar sobre la interrelación entre los objetos cotidianos y nuestra forma de utilizarlos. Cuestiona las bases del diseño para poder ir mejorando las herramientas que usamos, aprendiendo de los errores. Existen gran cantidad de malos diseños, que no son intuitivos y nos dificultan su uso. Norman estudia el por qué y cómo se podrían solucionar estos fallos. Con esta reflexión, pretende analizar todos los errores que se habían cometido hasta aquel momento, estudiarlos y que se tuviesen en cuenta para no cometerlos en diseños posteriores.
El libro tiene 299 páginas las cuales se dividen en 7 capítulos, el prefacio, la sección de notas, las sugerencias bibliográficas, la bibliografía y el índice onomástico.
Los temas que trata en orden son la psicología de los objetos cotidianos, las actividades que los acompañan, el conocimiento en la cabeza y en el mundo, las cualidades de un buen diseño, los errores y por último, el desafío de un buen diseño y el diseño centrado en el usuario.
El libro fue publicado en 1990, por lo tanto, critica el diseño de ese momento. Desde aquel entonces, en los últimos 30 años, tanto la sociedad como el diseño han sufrido numerosos cambios. Norman refleja su contemporaneidad, hoy en día la sociedad y los objetos de los que habla se ven desfasados; aunque, realmente, siguen ocurriendo todos estos problemas en los diseños más recientes, parece que no aprendemos.
En este libro, encontramos un gran desglose acerca de la investigación sobre las necesidades y los intereses de los usuarios; destacando la funcionalidad y la lógica del diseño de objetos cotidianos. Norman pretende mostrar su investigación y reflexión en gran profundidad, puede que esto lo convierta, a veces, en un libro demasiado reiterativo. En algunos aspectos se podría sintetizar, ya que, algunas ideas se repiten a lo largo del libro. Ejemplifica muchos de los aspectos con experiencias o anécdotas personales para así, expandir la información y aclararle al lector cualquier tipo de duda, aunque esto ayuda a entender lo que él propone, puede resultar denso a lo largo de su lectura.
Otro de los factores a destacar es que Norman se centra únicamente en el diseño de producto e industrial para escribir este libro. Nuestra opinión es que, pudiendo nombrar otras disciplinas dentro del diseño, en las cuales también influyen el uso y funcionalidad de los productos, él decide no mencionarlas. Solamente ejemplifica su teoría con diseños industriales y de producto (puertas, teléfonos, máquinas de escribir…), cuando el diseño gráfico, por ejemplo, también es primordial en muchas ocasiones para entender el funcionamiento del producto y, además, muchas de las bases que él establece podrían aplicarse a esta especialidad.
Existe un factor primordial en el pensamiento de los usuarios y en cómo estos se relacionan con los objetos que Norman no se plantea (o no tiene en cuenta en este libro), sino que otros autores lo hacen a partir de su obra. Este factor es la cultura. Cada lugar o grupo social tiene su propia cultura, su lenguaje, sus signos, sus maneras de entender las cosas etc. El ser humano es un ser social, no nacemos sabiendo nada sobre nuestra cultura pero el simple hecho de vivir en una sociedad nos hace adoptar y aprender unos valores a medida que vamos creciendo. Respecto al diseño, este suele adaptarse a conocimientos adquiridos y que nos ayudan a entender otras cosas rápidamente sin necesidad de una explicación, como, por ejemplo, las señales de tráfico. Utilizamos nuestros conocimientos ya adquiridos para entender los conocimientos que vamos a adquirir.
Norman critica que una de las razones que lleva a un diseño a ser malo es la falta de información en el mundo, es decir, de factores que indiquen al usuario cómo funciona el objeto, que se puede hacer con él y que no y cómo debe usarse. Esto, a nivel estético, limita mucho las posibilidades fomentando la homogeneización del diseño. Desde nuestro punto de vista, las bases que él establece son correctas y muy útiles, pero creemos que no hace falta aplicarlas todas ya que, teniendo en cuenta los valores culturales ya adquiridos del grupo social al que nos dirigimos, podemos obviar algunas de sus restricciones y crear un diseño funcional y estético.
Por otra parte, el libro de Donald Norman significó un cambio y una gran aportación al ámbito del diseño industrial o de producto, aunque, algunas de las bases que establece son aplicables a otros ámbitos.
Es una buena lectura desde el punto de vista de que te hace entender cómo funciona la mente de un usuario, cosa que a veces los diseñadores olvidamos. Nos explica de manera extensa cuáles son los errores que cometemos una y otra vez muchas veces cegados por los nuevos avances tecnológicos y por no saber cuando parar. Resulta interesante darse cuenta de como nosotros, que formamos parte del grupo de los diseñadores, nos entorpecemos creando diseños complicados y poco útiles, sin tener en cuenta que la mente del usuario no funciona como la nuestra porque ellos, nunca han visto el objeto diseñado.
Es evidente como establece la idea de que es muy importante trabajar con el usuario real, no con los clientes, sino con la persona que va a utilizar ese diseño. De esta manera, comprobaríamos los errores de este para poder corregirlos. Esta semilla se sembró aquí, a día de hoy podemos hablar de Codiseño o de Diseño para la Innovación Social donde el papel del usuario es casi igual o incluso más importante que el del diseñador.
Nos hace ver como muchas veces no nos damos cuenta de cosas tan obvias, como que la culpa de nuestro error está en el objeto mal diseñado y no en nuestra forma de actuar. Hay muchísimos ejemplos que hablan de esto en el libro, uno de ellos el diseño de puertas. ¿A quién no le ha pasado que tira de una puerta cuando hay que empujar o al revés? Pues esto, no es culpa nuestra, es culpa de cómo el diseñador creó la puerta, generalmente porque los indicadores de qué hacer no son visibles.
En resumen, establece de forma clara, y a su vez, extensa (dando ejemplos de malos diseños) como debe ser un buen diseño, las cualidades que debe tener un objeto para que pueda utilizarse sin problemas; ya que, él mismo dice que si un objeto cotidiano, que son los que utilizamos todos los días y a su vez, los más simples, necesitan ser explicados mediante texto o imágenes es que están mal diseñados.
Como hemos mencionado anteriormente, La Psicología de los Objetos Cotidianos se publicó en 1990, por lo tanto, han pasado 30 años de esto. Es un libro donde Norman sembró la semilla que se extendió más tarde en su libro Diseño Emocional, y estas ideas, al mundo. Norman sigue considerándose uno de los teóricos precursores del diseño consciente, el diseño de experiencia del usuario, el Codiseño… A pesar de ser un libro desactualizado, es muy interesante ver dónde empezamos y a dónde hemos llegado, como dentro de la disciplina del diseño han surgido tantas ramas distintas en los últimos años. Norman fue el primero en poner el valor emocional del diseño y cómo nos relacionamos con los objetos sobre la mesa, dando algunas indicaciones clave que más tarde han debatido otros autores como Enzio Manzini o Guy Julier.
Como conclusión final diríamos que el libro es un clásico que hay que leer, que establece las bases sobre el diseño y ayuda a entender mejor las corrientes actuales. Aún así, os recomendamos leerlo con paciencia, tiempo y un lápiz en la mano, ya que, algunas partes pueden resultar más densas por sus tecnicismos.
Reseña de:
Estela Foj Vaquer
Carol Martínez Fabra
Diseño gráfico. 2DGABM. 2020-2021, EASD València
Asignatura: Cultura del Diseño